lunes, 27 de octubre de 2014

Estrés que se manifiesta en los pies


Las situaciones de peligro o de preocupación generan un estado de ansiedad que nos permite afrontar satisfactoriamente esos momentos difíciles. Pero existe otra ansiedad que, sin motivo aparente, provoca una excesiva tensión y se convierte en un problema para quien la padece. Las sensaciones que produce siempre son desagradables: irritabilidad, dificultad para respirar o dormir, taquicardia, temblores, sudoración... y, a menudo, dolor físico.

Síntomas como piernas cansadas y dolor de pies, nada extraños en nuestros días, pueden deberse al uso de un calzado inadecuado, a unos hábitos sedentarios, al sobrepeso, a enfermedades como la artrosis, o simplemente pueden estar reflejando un trastorno emocional. En el último Congreso Nacional de Podología, celebrado recientemente en Sevilla, los expertos reunidos han llamado la atención sobre las repercusiones negativas que los estados de estrés o ansiedad provocan en los pies, como consecuencia de los cambios posturales.

Los trastornos emocionales conllevan una serie de alteraciones que pasan desapercibidas para quien padece estrés o ansiedad, pero no para sus pies, que se ven obligados a adaptarse a cambios en la postura y el movimiento de la persona. En este intento de adaptación para compensar desequilibrios, el pie termina por pagar las consecuencias, pues para soportar con estabilidad la carga corporal provoca una contracción muscular que es el origen del dolor de pies y del cansancio en las piernas, pudiendo tener consecuencias más graves como cambios morfológicos o roturas fibrilares.

Se calcula que entre el 3% y el 5% de la población padece un trastorno de ansiedad generalizada (afectando más a las mujeres), lo que lleva asociado en muchas ocasiones dolor físico. Un dolor que afecta a los distintos ámbitos en que se desenvuelve el paciente, y que frena su recuperación, además de añadirle sufrimiento. 

La medicina biorreguladora, con principios activos de origen vegetal y mineral, ha sido propuesta como solución eficaz para disminuir o hacer desaparecer el dolor, reduciendo la inflamación, sin los efectos secundarios de los antiinflamatorios convencionales. Aunque quizá la clave para combatir el dolor se encuentre en descubrir las causas que provocan la ansiedad, para así eliminar el problema y acabar con los dolores con que se manifiesta.

jueves, 16 de octubre de 2014

Mejorando la vida del paciente de Alzheimer


Pensar, razonar, recordar. Parecen aptitudes sencillas, y lo son para la mayoría de nosotros, que las llevamos a cabo de forma automática. Pero a medida que envejecemos aumentan las probabilidades de que aparezcan síntomas de un daño cerebral que puede interferir de forma decisiva en la vida diaria de quien lo sufre y de quienes le rodean. 

Las personas con Alzheimer, la forma más común de demencia entre los mayores, sufren un trastorno cerebral que les incapacita para llevar a cabo las tareas más sencillas. Lo que comienza como un problema de memoria termina afectando a otras capacidades cognitivas a medida que avanza la enfermedad, que se alza como una barrera que aísla al enfermo de su entorno, involucrando a la familia y a las personas encargadas de su cuidado.

Afrontar la enfermedad supone un desgaste físico y emocional para los que rodean al enfermo de Alzheimer, y en ellos recae la responsabilidad de procurar una vida más fácil y cómoda para todos, en un reto nada sencillo. Al tratarse normalmente de personas de cierta edad, el avance de la enfermedad afecta a su estabilidad, pues a la pérdida de visión, de equilibrio y de masa muscular, se unen los problemas que conlleva el Alzheimer. La forma de caminar de los enfermos se va modificando hasta hacerles apoyar el pie en bloque, la información que su cerebro recibe del suelo que pisa se ve alterada y su capacidad de explicarse se ve mermada.

Con todas estas dificultades, el enfermo es más propicio a padecer uñas encarnadas, rozaduras o ampollas, y también a sufrir accidentes como consecuencia de tropiezos y caídas. El calzado que utilice debería ser extremadamente cómodo y seguro, elegido con el asesoramiento del podólogo para que se adapte en exclusiva a su pisada, con el fin de reducir sobrecargas en pies y tobillos y aumentar su estabilidad.

La realidad de la enfermedad es abrumadora, pero es importante observar una actitud favorable y activa en la búsqueda de las soluciones que permitan mantener en lo posible la autonomía del paciente y, consecuentemente, su autoestima.

lunes, 13 de octubre de 2014

Uñas negras (de corredor, de futbolista, de tenista...)





Si un día notamos dolor y calor en alguno de los dedos de los pies, normalmente el primero o el segundo, y, al observarlos, apreciamos una zona oscura bajo las uñas, probablemente nos encontremos ante una lesión bastante común que se conoce con el nombre de uña negra. El uso de un calzado deportivo inapropiado, demasiado apretado o demasiado holgado, pequeños traumatismos repetitivos, o un simple pisotón, pueden ser la causa de esta lesión molesta y antiestética que aparece en las uñas de algunos deportistas, tiñéndolas de un color oscuro. 

¿Cuál es la razón? Una acumulación de sangre que no encuentra salida al exterior, y que al coagularse bajo la uña provoca presión y dolor. Si el hematoma no es drenado con la debida asepsia al hacer su aparición, en pocos días la uña aparecerá amoratada y posiblemente terminará desprendiéndose. La lesión no es de las más graves, pero debe ser tratada cuanto antes por el especialista, quien drenará la sangre y así hará desaparecer las molestias causadas por la presión que la sangre ejercía. Si no actuamos así, la uña terminará por caerse, con lo que además de alargar el proceso de recuperación, estaremos abriendo el paso a posibles infecciones y complicaciones mucho más serias. 

Zapatillas deportivas cómodas y adecuadas al deporte practicado y a las características de nuestros pies, así como una correcta higiene de los mismos, son medidas que pueden ayudar activamente a prevenir este tipo de hematomas. Si aún así terminan por aparecer, debemos acudir cuanto antes a un podólogo especializado para tratar la lesión con todas las garantías. Puestos nuestros pies en sus manos, y siguiendo sus consejos y asesoramiento personalizado, podremos volver a la práctica de nuestro deporte favorito de una forma más segura.