domingo, 9 de junio de 2013

MILLONES DE AÑOS SOBRE DOS PIES


Desde hace miles de años nuestros pies nos mantienen en contacto con el suelo soportando todo nuestro peso mientras realizamos las más diversas actividades, aunque a menudo nos olvidamos de ellos y solo los prestamos atención al llegar a una situación límite. Bajo el título ‘Topografía compleja y Evolución Humana: el eslabón perdido’, una reciente investigación de la Universidad de York (Reino Unido), publicada en la prestigiosa revista británica ‘Antiquity Journal’, ha desafiado las hipótesis tradicionales de la aparición del bipedismo en nuestros primeros antepasados, indicando que aquél podría haberse desarrollado a causa del terreno agreste africano. Ello significaría que los homínidos no habrían abandonado los árboles por la reducción de la masa arbórea producida por el cambio climático, sino que se habrían sentido atraídos por el terreno de afloramientos rocosos y barrancos que ofrecía mejores oportunidades de refugio y de caza, algo que también requería una posición del cuerpo más vertical. Los beneficios en términos de seguridad y alimentación habrían determinado así una mejora en las habilidades locomotoras de escalada, equilibrio, lucha y rápido movimiento sobre terreno accidentado, movimientos todos ellos que fomentan una marcha más erguida. Tanto en aquellas actividades ligadas a la supervivencia como en las que podemos sentir más próximas a nosotros en la actualidad, como saltar, bailar, practicar deporte o simplemente caminar, la salud de los pies aparece como elemento de especial trascendencia, proyectándose en la salud general del cuerpo y proporcionándonos la independencia inherente a la movilidad. En definitiva, aportándonos calidad de vida. 

Hace poco más de un año, Salvador Moyà, director del Instituto Catalán de Paleontología, afirmaba que la evolución de cada parte del cuerpo está relacionada con la de las demás, y que la evolución de los pies, en particular, está muy estrechamente relacionada con la de las manos. Y que gracias al bipedismo, los humanos pudimos adquirir después nuestro cerebro, nuestra tecnología y nuestra cognición. Gráficamente lo manifestaba con la expresión “si no tuviéramos estos pies, no tendríamos este cerebro”. Si el bipedismo permitió a lo largo del tiempo liberar nuestras manos y desarrollar nuestros cerebros, deberíamos ahora ser capaces de darnos cuenta de la importancia de mantenerlos cuidados y sanos para evitar desequilibrios en la biodinámica que puedan afectar al aparato locomotor, provocando diferentes lesiones en rodillas, cadera, columna o musculatura. 




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