lunes, 7 de julio de 2014

Pies sanos: un verano sin hongos


Piscina, playa, duchas... en verano frecuentamos agradables y húmedos ambientes en los que exponemos nuestros pies descalzos a infecciones por hongos que no siempre detectamos y tratamos a tiempo.

Cuando los hongos crecen y se desarrollan en la uña del pie, ésta suele volverse de color amarillento o marrón, desfigurándola e incluso destruyéndola, aunque en otros casos menos comunes, la uña se vuelve blancuzca. Uñas que se resquebrajan, que aumentan de grosor, que se vuelven quebradizas... algunas personas cometen el error de considerarlo una simple cuestión estética, pero se trata de un problema que no se cura sin tratamiento y que puede empeorar gradualmente. 

Todos estamos en riesgo de que las uñas de nuestros pies se contagien por hongos, aunque la estación veraniega y la edad juegan en nuestra contra. Tampoco ayuda el uso de calzado que oprima el pie, la utilización de esmaltes que impiden la transpiración, padecer diabetes o problemas circulatorios, o frecuentar ambientes húmedos. Ante la mínima duda, lo más prudente es acudir a la consulta del especialista y no dejar que transcurra el tiempo con la esperanza de que el problema desaparezca. Actualmente existen diversas formas de actuar contra la infección que dependen de cada caso concreto y del grado que haya alcanzado la invasión fúngica.

Los consejos para mantener a raya a los hongos pasan necesariamente por una correcta higiene podológica. Calzado amplio y flexible de materiales naturales, calcetines de fibras también naturales que faciliten la transpiración, pies secos durante el día y tras el baño, exfoliación cada pocos días para eliminar la piel seca, una buena hidratación en los pies con cremas a base de urea, evitar caminar descalzos en piscinas, duchas y vestuarios, y, por supuesto, la visita al podólogo, quién efectuará el correcto diagnóstico y resolverá todas nuestras dudas.

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